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La denostación como principio

Llaman la atención varios hechos sucedidos en la semana, la presencia del secretario de gobernación en la cámara local de diputados, para efectos de su presencia, la cámara constituyente de Hidalgo; la exhibición de mensajes de conversaciones entre Monreal y el dirigente nacional del PRI y la invitación del presidente a la unidad, al respeto por los adversarios.

Llama la atención porque en ningún momento de lo sucedido en la semana, hay muestras de respeto, de convivencia, de acercamiento al dialogo. 

Dijo el secretario de gobernación en la cámara de Hidalgo, nunca se dio un proceso democrático en el que se escuchó y se dialogó, pero en cuanto el diputado anunció su voto en contra, con una sonrisa y una frialdad por demás insolente, lo descalificó y lo llamó a pensar en los gobiernos de fulanos y manganos. 

El tono, para algunos sincero y honesto del secretario, sonó lapidario en el recito, “le digo que no es bueno quedarse lamiendo las heridas porque si no, estás nunca van a sanar” pero sobre todo el hecho mismo que se ha repetido en cada uno de los congresos y en el propio congreso de la unión.

De pronto dijo, que, en el trabajo de una agencia extranjera, fue el gobierno de México quien tomó las armas y las vendió al crimen organizado. Hablar desde el hecho asumiendo el hecho como real para hacerlo real ante quien escucha. Y ante la sonrisa cómplice de los diputados morenistas y el aplauso de los asistentes.

A los adversarios los destruye de manera lapidaria, pero les pide que no se queden en el discurso que destruye, que vayan todos juntos porque el país los necesita.

Le denostación y la descalificación como principio del dialogo. El dialogo en el patio de quien gobierna siendo interlocutor de lo que es posible, para él, escuchar.

Los diputados de Hidalgo se enfrentaron y perdieron, ante un secretario que tiene una consigna, lograr a toda costa hacer pasar la reforma de un articulo transitorio y dejar al ejercito en la calle hasta 2028.

El mismo que está en la calle desde hace mucho tiempo, el mismo que dijeron que mandarían a sus cuarteles hasta el momento en que se dieron cuenta que ya no era posible.

Las brechas del grupo gobernante, la denostación hasta en el interior del movimiento, la justa, dirán muchos, evidencia de las actitudes corruptas de Ricardo Monreal, “chapulín” lo llamaron en las redes sociales los seguidores de Layda Sansores. 

La confesión abierta de la posesión de información de más de 800 personas de la vida política nacional que irá mostrando en su programa y demostrando como todos son corruptos, pero anticipando “nosotros si tenemos esta autoridad moral porque nunca le recibimos un peso”. 

Corruptos los otros los de enfrente y algunos de adentro que hay que ir sacando. Denostación y descalificación como principio de unidad. Dirán los que si saben de política: “el partido se fortalece depurándose”.

Vamos camino a la elección de 2024, lejos estamos aún y los aspirantes de Morena se sienten en la poderosa necesidad de ir abriéndose camino, el problema radica en que la mejor forma es la de descalificar al otro, señalarlo como responsable de algo malo en el pasado y vender ese algo como lo peor que pudo suceder.

En el congreso de Hidalgo, el secretario le aseguraba a un diputado que seguramente habrá reforma electoral y reforma eléctrica. 

Se han dejado correr muchas opiniones, se han erigido como la única autoridad moral válida en el país, la única fuerza que puede rescatar a México del atraso y han demostrado una y otra vez que quien se denomine adversario a sus ideas será aplastado, escuchado primero y apastado después.

El presidente, el presidente dijo que se tenía que escuchar a todos, hasta Calderón debe ser escuchado, “quiero mucho a Layda, respeto mucho a Ricardo Monreal y hay que buscar la unidad (…) y ni si quiera a los conservadores hay que verlos como enemigos son adversarios, no hay que tener enemigos, que si haya polémica y que se defienda el proyecto de nación porque eso es defender al pueblo, pero no caer en la politiquería y mucho menos en el insulto”.

Mientras tanto el secretario de gobernación denostaba diputados a lo largo y ancho del país y Layda Sansores buscaba quedarse la zalea de Monreal como un trofeo más de la lucha intestina que se avecina en Morena.

 

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