Hoy es nochebuena, una de las fechas más espirituales en muchas partes del mundo, las tradiciones en torno a esta festividad suelen ser diversas y es motivo de reuniones y convivencias primordialmente con familiares y personas muy cercanas al núcleo.
Será una navidad más en medio de la pandemia, aunque para esta ocasión ya se reactivaron festivales, pastorelas y posadas que forman parte del ambiente escolar, los centros educativos además de acercar el conocimiento, están diseñados para que, mediante estos elementos, se contribuya a fortalecer la estructura social y se procuren las tradiciones.
Después de dos años, nuevamente pudimos ver las aulas decoradas, el encendido del árbol, intercambio de obsequios, piñatas, y un montón de cosas ofrecidas de acuerdo con las posibilidades económicas o la voluntad de los participantes, los centros escolares se volvieron a vestir de navidad, con la emotividad del momento.
Y es que la temporada decembrina, tanto navidad como el año que está por llegar, sirve para cerrar un ciclo, fincar sueños, expectativas y retos, pero también un balance de lo acontecido habrá sentimientos de todo tipo en la mesa de la cena de navidad y tristemente lugares vacíos, para otros no habrá ni cena ni nada que festejar.
El 2022 al igual que los dos años que le antecedieron, fue difícil por mucho, la reactivación casi en su totalidad de todos los sectores se dio aún con el virus presente, había que ir a la escuela y trabajar, en los centros educativos se logró la presencialidad con altas y bajas procurando las medidas de bioseguridad, al menos, al interior de los campus.
Haciendo un recuento, los centros educativos fueron de los más afectados por la pandemia, el cierre de actividades presenciales dejó al desnudo desigualdades sociales y económicas que también impactaron en la escuela, en casa, porque muchos estudiantes no tuvieron ni los recursos materiales, ni tecnológicos y tampoco herramientas personales para continuar con sus estudios fuera del aula, el monstruo de la deserción hizo de las suyas y las afectaciones emocionales se elevaron exponencialmente.
Entre la vacunación y como dicen algunos, el aprender a convivir con el virus, en esta navidad se propició que se vieran abarrotadas las plazas comerciales, salones de fiestas, calles y avenidas, muchos deciden ya no utilizar el cubre bocas pues dejó de ser requisito en ciertos espacios, aun cuando estamos ante la sexta ola de Covid en México.
Viene un año nuevo que se viste de esperanza, en materia escolar se espera poder continuar con lo ganado en materia de presencialidad, pues el descalabro de saberes durante el confinamiento, deja un hueco de conocimientos cuya recuperación se especula tardará al menos un par de años.
La realidad es que la gente hace su vida lo más cercano a lo que teníamos antes de la pandemia, las reuniones, fiestas y vacaciones ya no paran, la gente se mueve y convive y la presencia del Covid es una nueva situación social a la que nos enfrentamos con todo y sus desafíos; que la navidad sea un nicho de paz, de reencuentro personal, de esperanza y luz para todos. ¡Feliz navidad!, especialmente a quienes leen estas líneas!